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33 años encomendándose antes de cada viaje a la Virgen del Carmen

Virgen del Carmen: patrona de los conductores.

Don Carlos Correa, recuerda con especial precisión la fecha en que la empresa le entregó un bus por primera vez en su vida: el 15 de enero de 1991. Desde ese momento, recibió su trabajo con amor y, según él, “con mucha responsabilidad”. Dice que lo “invade una ineludible necesidad de invocar y pedir en todo momento la intercesión de la Virgen del Carmen, fe que heredó de sus padres, cuando apenas era un niño y tuvo que mudarse en busca de un mejor futuro desde la vereda El Roble, en Belmira, hacia San Pedro de los Milagros. 

Allí estudió su bachillerato y trabajó como mesero en una heladería. Pero, muy pronto, encontró su talento: el papá del mejor de sus amigos, Horacio Hernández, le enseñó a manejar un bus. Desde ese momento, su oficio le ha dado todo, desde la dignidad de un trabajo que hace con profunda alegría todos los días, hasta el encuentro con su esposa, una familia que profesa una profunda fe y el don de servir a buena parte del Norte antioqueño. 

Todos los días, este Belmireño de 58 años, se levanta vigoroso a las 4:20 de la mañana. Antes de dar su primer paso, respira profundo el aire fresco de las primeras horas, enfrenta con alegría el milagro de estar vivo. Se desacalora y antes de ir al baño, se dirige al altar de la Virgen del Carmen, una estatuilla de un metro de alto rodeada de otros santos, que él mismo ha decorado con dedicación en la sala de su casa. Pide a la virgen su intercesión y la protección de la familia, los amigos y ¡de los enemigos! No en vano ha logrado el récord de no sufrir nunca un accidente, durante sus 33 años de servicio.

Terminales Medellin Don Carlos Virgen del Carmen

Entre oración y meditación, el nuevo día transcurre y a las 4:35 de la mañana, sin perder tiempo, don Carlos prepara el desayuno para su esposa María Cecilia. Antes de salir la deja cómoda y segura en casa. Ella es la prueba fehaciente de los milagros que la Virgen del Carmen ha concedido a la familia, los médicos le atribuyen un acontecimiento sobrenatural: ¡doña Cecilia sobrevivió a un aneurisma! y, después de un pronóstico reservado, sigue en pie acompañándolo en todas sus oraciones. Por lo cual, es considerada ¡un milagro palpable!, concedido por la intercesión de la Virgen, todos los santos y gracias a esta fe sin reserva. 

Don Carlos conoció a su esposa siendo él un ayudante y ella una estudiante que viajaba todos los días hacia Medellín. Un bus fue testigo hace 35 años del inicio de esta historia de amor y fe. Construyeron juntos un hogar de cuatro hijos, dos mujeres: Mariana y Alejandra de 23 y 24 años, y dos hombres quienes heredaron la profesión: Juan Carlos y Giovanny de 34 y 32 años. Entre todos, les han regalado siete adorables nietos. 

Terminales Medellin Virgen del Carmen

A las 5:30 de la mañana, don Carlos sale de su casa, enciende su autobús y calienta motores. Debe estar, como todos los días, para iniciar su jornada en Expreso Belmira. Allí programa y organiza encomiendas, equipajes y atiende pasajeros. Al abordar el autobús, justo antes de cada salida, don Carlos se “santigua” y se encomienda de nuevo a la Virgen protectora, pide siempre llevar sanos y salvos a los viajeros hasta la ciudad de Medellín. 

Este creyente y carismático Belmireño de 58 años, se ufana al decir que sus hijos Giovanny y Juan Carlos tampoco han tenido contratiempos que lamentar en el camino. Ellos han seguido su ejemplo y lograron posicionarse como intachables conductores de la misma empresa, que los cobija desde que decidieron emprender este oficio. 

Don Carlos llega a la Terminal del Norte a las 8:20 de la mañana, se baja del bus, entrega las maletas y las encomiendas, estira su cuerpo, se toma un café y se come una empanada. Aprovecha la ocasión para visitar el altar de la Virgen del Carmen en el primer piso, “porque nunca”, según él, “abandona su fe”

Después de la nueva oración, prepara su viaje de regreso entre 9:00 y 11:30 de la mañana. En San Pedro de los Milagros almuerza con rapidez para iniciar un nuevo ciclo de 12:00 del medio día hasta las 5:30 de la tarde, cuando regresa al calor de su hogar y al reencuentro con su esposa. En ella ve reflejado el principal milagro del que ha sido testigo: después de que los médicos le habían vaticinado una difícil condición de salud, doña Cecilia ha logrado pararse y estar firme, sigue esperando a su esposo como los últimos 35 años, para agradecer todas las noches sin falta a la Virgen del Carmen, rezando el santo rosario por todas las bendiciones concedidas.   

Escrito por: Hemel A. Atehortúa

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